Cada día, antes de que el sol despunte, hay manos que ya están trabajando. Manos que han heredado la tierra, el esfuerzo y el amor por el campo.
Pero el camino, no siempre es fácil. Hay días en que el cielo no es azul, sino gris.
La fuerza de la naturaleza nos ha mostrado su impacto en los campos, transformando el paisaje que tanto cuidamos.
Sentimos el desafío, pero también la esperanza de reconstruir y seguir adelante.
Enfrentamos desafíos que nos inspiran a valorar aún más nuestras producciones locales, esas que nacen de nuestras tierras y del esfuerzo de nuestras manos.
Pero el citricultor español es siempre resiliente. Aquí, no solo cultivamos, cultivamos tradición y tenemos una posición fuerte en todo el mundo que debemos mantener.
Las plagas y enfermedades acechan nuestros cultivos, debilitando los árboles, dejando su huella en cada fruto. Y aunque las soluciones no siempre alcanzan, el citricultor no se rinde.
Cada cosecha, es un auténtico triunfo, un compromiso con la tierra y con quienes la trabajan.
Nosotros, cultivamos un futuro. Y juntos, vamos a hacerlo crecer.
Que el 2025 sea el año de los cítricos españoles. Porque este es nuestro campo. Esta es nuestra tierra.
Y aquí seguimos, más fuertes que nunca.